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¡Los oficios que se vienen!

Nanotecnología, energías renovables y operador de drones, entre las que ya se pueden estudiar.

No entiendo, ¿trabajás de qué?”. Un joven mira a otro, extrañado, juntando las puntas de los dedos de una mano y moviéndolas hacia arriba, una y otra vez. Resignado, el muchacho en cuestión le explica acerca de su función vanguardista. Hay un silencio incómodo. Sí, estamos frente a uno de los profesionales del futuro.

Desde el plano de la nanotecnología, con trabajos como nanomédicos -que apuntarán a la biomedicina, ingeniería robótica o terapia celular- hasta maximizar el uso de los drones o bien el utópico diseñador de sueños: entornos oníricos inducidos a través de tecnologías de realidad virtual. Todo parece ser posible. ¿El futuro ya llegó? “En una década, el 80% de los cargos laborales serán nuevos. Estamos hablando de unas 150 flamantes profesiones. ¿Ejemplos? Reguladores del espacio aéreo (estimando la creciente demanda de drones). O minimizadores ambientales. Y personas encargadas de regular la luminosidad y ruidos en las ciudades. También existirán los chefs de alimentos impresos en 3D o diseñadores de modas que apliquen esta tecnología de creación en la vestimenta”, vaticina Andrés González, Director ejecutivo de Accenture.

Por otro lado, Andrea Avila, CEO de Randstad para Argentina y Uruguay, observa que el cambio en el mundo laboral de la mano, sobre todo, de la digitalización y la robótica ya está presente, pero que quizás es más silencioso y no lo podemos percibir. “La gente va a dejar, cada vez más, los procesos productivos cotidianos en manos de la automatización para dedicarse a otras cosas. Por ejemplo, el delivery a través de drones, (que ya tuvo varias pruebas piloto en algunas firmas del exterior, requerirá de expertos para su uso. Sólo nos abocaremos a lo relacionado con la creatividad -caso, las artes- y tenderá a diluirse el concepto de rutina laboral horaria: sólo se trabajarán algunas horas unos pocos días a la semana”.

Según los especialistas consultados, otro de los puntos claves del nuevo profesional será el manejo personal de la información, ya que en la sociedad del futuro tendremos gestores de datos que se encargarán de liberar los desechos informativos como si fuesen elemento físicos. ¿Reciclaje de datos? Algo así. “Energías renovables, la arquitectura y construcción, la industria de alimentos y la biotecnología son algunos de los mercados a renovarse”, aporta González. Por su parte, Avila apuesta a las ciencias duras como así también a los nichos laborales que parecen invisibles como, por ejemplo, la creciente expectativa de vida del hombre. “Habrá una nueva veta en el cuidado de los adultos mayores con actividades interdisciplinarias”. Y con esta neolongevidad asomaría otra peculiar veta laboral, los memorial planners, porque ya que viviremos más, podríamos programar nuestro funeral. ¿No?

En el plano local, y más acá en el tiempo ¿cómo hacer para generar profesionales que puedan ser empleables en cargos que aún no están creados? Será difícil saberlo. Y más si vemos que se acercan “profesiones locas” como los agricultores verticales. ¿Los qué? Ante la escasez de suelo fértil, por ejemplo en ciudades como Shanghai, planean construir una granja urbana (con todo tipo de frutas y verduras) de 100 hectáreas, emplazada en plataformas en distintos edificios independientes. Esto anidará a profesionales con conocimientos en hidroponia, el método de cultivo industrial de plantas que en lugar de tierra utiliza soluciones acuosas con nutrientes químicos disueltos.

El mercado se transforma en un abrir y cerrar de ojos (¿o alguien pensaba en community managers una década atrás?), por ende los entrevistados destacan la transversalidad en los puestos del futuro y no una especialización puntual. La capacidad de adaptación ante todas las cosas y la fusión de un empleo clásico con una alternativa high tech: ingenieros de reciclaje, arquitectos de realidad virtual, service de casas inteligentes y un largo etcétera donde vale desafiar a la imaginación. Un terreno firme de investigación es el de los drones. Por eso el Instituto Colomb, de la Universidad Nacional de San Martín, realiza trabajos en el ámbito aeroespacial. A futuro, se buscarían profesionales, como abogados, especializados en ciberseguridad.

Por último, el campo de la nanotecnología tiene la primera licenciatura propia en el país. “Dura cuatro años y su objetivo es crear innovadores que irán haciendo proyectos acorde a la velocidad de este campo científico. Se estima que para 2023 la facturación mundial en este rubro (que crece un 18% anual) superará al de la soja”, cierra el doctor Alberto D’Andrea, a cargo del programa y presidente de la Confederación Argentina de Biotecnología.

Joaquín Pedre (Estudiante de nanotecnología)

«Es un nicho en crecimiento»

Los oficios que se vienen: esta es la gente del futuro

Joaquin Pedre/ FOTO JUANO TESONE

La película Viaje insólito (1987) despertó en miles de personas la curiosidad por un mundo futurista y diminutísimo. A Joaquín Pedre (37), la nanotecnología automáticamente le trae a la mente aquel filme, en dónde una persona  adentro de una nave era miniaturizada e inyectada en el cuerpo de un conejo, como fin de un experimento científico.

La imaginación acerca de nanomateriales en el torrente sanguíneo no es una cuestión exclusiva de Hollywood. Si no, ¿por qué estudiar nanotecnología en un país donde se están dando los primeros pasos? “Es un nicho que está en crecimiento en Argentina, por el momento bastante verde. Pero apuesto por el trabajo colaborativo con otros países, sin necesidad de tener que radicarte afuera. Hoy las posibilidades de crecimiento en el mercado local son mayores que hace una década, por eso hay que estar en constante contacto con centros de referencia del exterior”.

Esto dice un neonatólogo formado en la Clínica y Maternidad Suizo Argentina -y que hoy trabaja en la Clínica del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (CEMIC)- en cuanto a la nanotecnología aplicada a su profesión. “Me interesa el tema de diagnóstico, bebés que son muy chiquitos y necesitan un control constante con aparatos externos. Sería muy útil simplificar todo el aparataje que hay alrededor de una incubadora, poder tener información en tiempo real de cómo está esa criatura sin necesidad de sacarle tanta sangre para hacerle los análisis”, agrega.

Pero este profesional, que trabaja en Saavedra y cursa el segundo cuatrimestre (de primer año) en la única licenciatura en nanotecnología del país, prevé ir más allá y comenta ideas (sin dar muchos detalles para no “quemarla”) sobre la aplicación de nanomateriales en su ámbito profesional. “Será crucial para el monitoreo de los bebés que estén internados en grave estado. Eso sí, va a tardar más tiempo en aplicarse que en la medicina convencional, ya que la investigación, en todo lo que se refiera a neonatología, está regulado con normas muy estrictas, y me parece excelente que así sea”.

Confía que la nanotecnología será “el futuro” de la medicina, aunque la ve instaurada a largo plazo. “Quizás de unos 10 a 15 años para que se afiance, estamos en la etapa del entusiasmo. Tenemos que darle mucho tiempo para que madure aquí”.

Regina Ranieri (Ingeniera industrial especializada en energía eólica)

«Generar 1.000 mega watts anuales»

Los oficios que se vienen: esta es la gente del futuro

Regina Ranieri/ FOTO ARIEL GRINBERG

Se afirma que este es el año de las energías renovables. Que la meta es “cubrir un 20% de la oferta eléctrica con estas energías en 2025”. Realidad por un lado, anunciada en el Boletín Oficial. ¿Utopía gubernamental por el otro? Quien tiene una mirada positiva es la ingeniera industrial Regina Ranieri, que alguna vez se quiso especializar en tratamiento de aguas, hoy abocada a la energía eólica y solar.

Ella se dedica a la dirección de la unidad de negocios de energía renovable en una consultora internacional en Puerto Madero. Posee dos diplomaturas en el tema. “La mitad de las personas con las que hablo fuera del ámbito laboral no tienen ni idea de lo que son las energías renovables, como por ejemplo mis padres”.

Dice que, hace poco, nuestro país es sujeto de crédito internacional (con garantías del Banco Mundial) en cuanto a energías renovables. “Eso abre muchísimas oportunidades de trabajo ya que tenemos recursos no explotados y óptimas capacidades eléctricas”, expresa Regina con un tono de voz algo robótico y acelerado, como mimetizada con el futuro que se acerca.

Piensa que es vital que desde operarios hasta directores sepan la importancia de las energías renovables como modelo de inversión, cuidado medioambiental y responsabilidad eléctrica por conciencia de las tarifas de consumo que mes a mes llegan a nuestros hogares. “Podemos llegar a generar 1.000 mega watts anuales de energía eólica, solar, biomasa y biogás. Y con este incremento de las energías renovables se van a necesitar abogados, financieros e ingenieros de obra especialistas en el tema”, confía.

Pero no todo fueron rosas: tres años atrás no tenía esperanza de trabajo y enfiló para Chile, país que cuenta con más de 300 empresas relacionadas a las energías renovables. Y también se tuvo que plantar firme por una cuestión de género y juventud. “En este ambiente -netamente masculino- muchas veces me confundieron con una promotora y tuve que demostrar idoneidad en el tema para imponerme”.

Verónica Cecconi (Operadora e instructora en pilotaje de drones)

«Parece un juguete…pero no»

Los oficios que se vienen: esta es la gente del futuro

Veronica Cecconi/ FOTO DAVID FERNANDEZ

«Uno piensa que es como un juguete”. Así de sincera es Verónica Cecconi para hablar de la primera impresión que le dan a la gente esos mediatizados aparatitos voladores que ganaron fama filmando y sacando fotos en eventos sociales de todo tipo y color.

Pero no, el ámbito de uso que ella le da al drone está lejos del campo audiovisual. “Con estos aparatos hago relevamiento de campo de antenas y loteo de terrenos junto al software Mission Planner. En el país hay mucho trabajo sectorizado en este rubro, ya que posee un gran potencial en el mundo de la agricultura y las telecomunicaciones. Por eso me animé a trabajar en forma independiente”, dice esta licenciada en sistemas aéreos y aeroespaciales.

Su perfil de alto vuelo le permitió trabajar durante varios años en la Fuerza Aérea Argentina (en el pilotaje de helicópteros), para luego emigrar al Aeródromo militar de El Palomar. Allí se desempeñó en el ámbito de las telecomunicaciones, especialidad en la que está a punto de recibirse como técnica en la Universidad de San Martín.

Con tanto millaje encima vale la pregunta, ¿cómo aterrizó en este mundo de dispositivos multirotores, helirotores y de ala fija, con un diseño similar al de un planeador? Fácil, tomando todos los cursos que se le cruzaron acerca de la operación de drones , como también capacitándose en la parte técnica. Tanto fue su amor por estos bichos voladores, que hoy se desempeña como instructora en el lugar que la tuvo como alumna. “Esta nueva tecnología reemplaza la labor en el campo de la agronomía que se hacía con aviones o helicópteros a un menor costo y con la misma capacidad técnica. Es muy diferente estar arriba de una nave a monitorear un aparato desde tierra, a través de una pantalla. El piloto, al estar fuera de radio, no percibe el nivel de los vientos o la vibración del equipo”.

Para fundamentar que lo de Verónica es una profesión del futuro, vale saber que hoy es escasa la regulación internacional del uso del drone. “La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) está trabajando para poner en vigencia la normativa final de los VANT (vehículos aéreos no tripulados). Esto no es un juguete. Tiene sus responsabilidades”.

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