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La importancia del carbono para la salud del suelo

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), advirtió que, si la capa superior del suelo sigue degradándose al ritmo actual, esta desaparecerá a nivel mundial en menos de 60 años y, sin la capa superior del suelo es imposible cultivar alimentos sin importar cuántos químicos se utilicen.

La pérdida de la fertilidad y biodiversidad del suelo están directamente relacionadas con la pérdida de carbono natural, según estimaciones, ya se ha perdido el 80% del carbono en el suelo de áreas con una gran producción agrícola debido al arado destructivo, el pastoreo excesivo y el uso de fertilizantes y pesticidas químicos que reducen los niveles de carbono.

De ahí la importancia de la captación de carbono, que no sólo reducirá la carga de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, sino que también, una vez en el suelo, nutrirá activamente su salud y mejorará su retención de agua.

Se estima que un simple aumento de carbono orgánico en el suelo del 1% podría aumentar la capacidad de retención de agua de la tierra en 20,000 galones (75,708 litros) por acre. Además, toda el agua de la lluvia será absorbida y utilizada con mayor efectividad, en lugar de evaporarse en el aire o erosionar los suelos por una rápida escorrentía.

La materia orgánica rica en carbono es lo que le da al suelo su capacidad de retención de agua, así como su estructura y fertilidad, por lo que es crucial reincorporar materia orgánica al suelo.

Incluso, los microbios del suelo necesitan carbono para prosperar, por lo que la lenta y constante reducción de carbono en los suelos provocará inevitablemente el colapso ecológico. Cuando los suelos se ven privados de carbono y microbios críticos, se vuelven infértiles y desprovistos del ecosistema microbiano.

Muchos científicos aseguran que las prácticas agrícolas regenerativas pueden retroceder el reloj del carbono, lo que podría reducir el CO2 atmosférico y aumentar la productividad del suelo y su resistencia a las inundaciones, plagas y sequía

Expertos señalan que existe más carbono en el suelo que en la atmósfera y toda la vida vegetal combinadas; hay 2.500,000 millones de toneladas de carbono en el suelo, en comparación con los 800,000 millones de toneladas en la atmósfera y los 560,000 millones de toneladas en plantas y animales.

Las plantas extraen CO2 de la atmósfera y lo transmiten hacia el suelo a través de la fotosíntesis, la cual es un método mucho más eficiente en comparación con cualquier otro esquema de reducción de carbono que el hombre haya podido idear.

Las plantas convierten este CO2 en un combustible de carbono que utilizan para estimular y promover su propio crecimiento. Hasta el 40% de ese combustible de carbono también va a las raíces de la planta, donde se filtra hacia el suelo, ahí es donde se convierte en alimento para los microorganismos; de esta manera, la planta nutre al suelo de la misma forma que el suelo nutre a la planta.

Biocarbón, es una forma de aumentar el contenido de carbono en el suelo y se elabora al calentar lentamente una biomasa dentro de un ambiente con poco oxígeno, como un horno, hasta que se queme todo menos el carbón. El biocarbón que se produce, parecido al carbón vegetal, se agregará a la composta, aserrín o desechos de pescado, antes de ser colocado en el suelo.

Desde tiempos antiquísimos, el fuego ha sido el propulsor del ciclo de carbono en la tierra. Los fuegos naturales, iniciados por algún rayo, quemaban grandes zonas de plantas y árboles, esto reintegraba el carbono al suelo en forma de carbón. Hoy en día, casi todas las sociedades ponen en marcha medidas para prevenir los incendios forestales y restringen de sobremanera las prácticas agrícolas de incineración.

Otra estrategia básica que ayuda a capturar carbono en el suelo es utilizar cultivos de cobertura, las hierbas mixtas nutren el microbioma del suelo, el cual necesita la interacción vegetal, existen alrededor de 140 plantas y este es el tipo de biodiversidad natural que los agricultores regenerativos buscan imitar; mantener un acolchado agrícola vivo y perenne (árboles, pastos, animales de pastoreo, etc.) trae consigo una gran cantidad de beneficios,

Otra alternativa es cubrir con mantillo de astillas, colocarlas en la capa superior del jardín astillas de madera que no estén descompuestas junto con cualquier otra cosa que encuentre a la redonda como una combinación de hojas, ramitas y ramas.

Las astillas empezarán a descomponerse gradualmente y serán digeridas continuamente por una gran variedad de bacterias, hongos y nematodos en el suelo, que es justo lo que ocurre en la naturaleza. Después de un año o fracción, se desarrollará un suelo lozano debajo de las astillas que con gusto apoyará a árboles, vegetales o cualquier otra cosa que trate de cultivar.

Cuanto más tiempo deje las astillas y más profundo las amontone, la capa superior del suelo se volverá más gruesa. Asimismo, las astillas también reducen significativamente la necesidad de riego y eliminan la necesidad de fertilizantes. Si se les permite compostar adecuadamente pueden formar cantidades masivas de humus, que es un componente del suelo saludable. El humus puede persistir en el suelo durante cientos e incluso miles de años.

Algunas de las características que hacen que el humus sea tan beneficioso son:

El humus puede contener hasta 90% de su peso en agua, tal y como si se tratase de una esponja enorme. Gracias a su carga negativa, muchos nutrientes de las plantas se le adhieren (nitrógeno, calcio, magnesio, fósforo y otros), lo que evita que se derrubien y actúen como fertilizantes naturales de liberación lenta.

Además, el humus mejora enormemente la estructura del suelo, lo cual lo hace suelto y friable y ayuda a que las plantas se enraícen, proporcionándoles así un mejor acceso a nutrientes, agua y oxígeno. El humus ayuda a filtrar productos químicos tóxicos fuera del suelo, esto es similar a los sistemas de filtración de agua a base de carbono que filtran las toxinas de su agua.

La agricultura basada en productos químicos ha provocado la destrucción de las economías rurales, los polinizadores y la biodiversidad, contaminación del agua, aire y los alimentos, el abatimiento de los mantos acuíferos, erosión e infertilidad del suelo y desestabilización climática, así como el deterioro de los nutrientes y la salud pública.

Las investigaciones han demostrado que los alimentos orgánicos contienen mayores cantidades de antioxidantes, sobre todo, en sistemas regenerativos sin labranza, asimismo, llevar una alimentación con un alto contenido de antioxidantes se relaciona con un menor riesgo de enfermedades crónicas.

Por suerte y, pese a ser utilizada por una clara minoría, la agricultura regenerativa ha ido creciendo exponencialmente cada año que pasa. Es evidente que es la mejor opción, ya que además de abordar el aumento de los niveles de CO2, también aborda la fertilidad del suelo, la nutrición y la salud tanto ecológica como humana.

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