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El impacto económico del COVID 19 en el agro mexicano

En los primeros dos artículos de esta serie, hemos documentamos cómo el COVID-19 ha evolucionado e impactando al sector agroalimentario mexicano.

En la primera parte, veíamos un escenario en el cual la pandemia se centraba en Asia y algunos puntos de Europa, lo cual podría significar una menor demanda de alimentos en mercados con poca presencia de productos mexicanos. Asimismo, se planteaba una posible ruptura de la red de suministro de productos agroquímicos para el sector primario, cosa que a la fecha no se ha visto.

En la segunda parte, se presentaron los principales impactos por el alza del tipo de cambio (que no necesariamente son una consecuencia de la pandemia) y tendencias de consumo de productos en nuestro principal mercado de exportación, que es Estados Unidos.

En esta tercera parte, compararemos las medidas implementadas por diversos países o conglomerados como respuesta contra-cíclica ante la crisis mundial generada por la pandemia actual. 

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La crisis que hoy enfrentamos es diferente a las experimentadas en 1994-1995 (auto-generada por México) o la del 2008-2009 (crisis mundial). La crisis que actualmente vivimos es sanitaria, económica y recientemente petrolera.

Referente al impacto económico y tal cual lo explica Santiago Levy en su artículo “Superemos juntos la crisis”:  

“El shock de demanda externa se reforzará por efectos internos, conforme el avance de la pandemia en el país requiera cerrar oficinas, restaurantes, hoteles, cines y, en general, la actividad económica donde hay congregación de personas. Esto hará que el shock sea muy fuerte y afecte a prácticamente todo el país (con la posible excepción de la actividad económica en el medio rural); el shock será más complejo por la interrupción en las cadenas de suministro de insumos intermedios. A la caída en la demanda en el sector manufacturero se le sumará una caída en la oferta, con cierres de fábricas por falta de insumos.”

Los choques antes descritos, generaran dos grupos con afectaciones; por un lado, los trabajadores formales e informales, y por otro, las MiPYMES. Los primeros, se verán afectado por los cierres de los centros laborales y los segundos se verán afectados por falta de liquidez. Ante dicho escenario, algunos países han tomado medidas paliativas o contra cíclicas que podríamos agrupar en tres vertientes: 

  • Medidas comerciales. 
  • Medidas sociales.
  • Medidas económicas.

Para profundizar, presentamos la siguiente tabla:

La atención de casi todos los países se concentra en atacar los dos grandes problemas que se viven; por un lado es mantener el ingreso transitorio de las familias vulnerables o desempleadas y, por otro lado, inyectar liquidez a las empresas para que puedan pagar sueldos y gastos fijos, así como facilitar el libre tránsito de mercancías garantizando el abasto de alimentos.

En el caso de México, hemos visto una respuesta no tan clara por parte del Gobierno Federal para atender al sector agroalimentario con un paquete económico específico. Para esto, es necesario recordar la importancia del sector primario para la economía en su conjunto.

  • El sector primario genera 3.5% del PIB Nacional
  • Emplea a más de 6.7 millones de personas
  • Los ingresos de las personas en el sector primario varían entre 1 a 5 salarios mínimos (casi el 70% de los trabajadores del sector primario)

Las empresas del sector agroalimentario han resentido el impacto de la crisis a nivel mundial, por un lado, parte de la producción que era consumida por los canales de hoteles, restaurantes, catering y food service han disminuido o dejado de comprar productos frescos y procesados. Lo antes descrito, aplica para el mercado doméstico y el de exportación (concentrado principalmente en Estados Unidos) por lo que se ha generado una sobre oferta de algunos productos, como en el caso de los frescos que no pueden ser acomodados en los canales de retail.

Otro ejemplo, es la producción de cárnicos ya que el país ha tenido que ajustar sus programas de sacrificio por una menor demanda y eso impacta la cadena hacia atrás con un efecto látigo. Además, la crisis ha generado 370 mil personas desempleadas y se espera que dicho número incremente. El efecto del desempleo será que las personas disminuirán el consumo de cierto tipo de alimentos o lo compensarán con sustitutos de menor precio (por ejemplo, consumir más proteínas vegetales sobre cárnicos). 

El impacto en el sub-sector de granos se observa en las cotizaciones de los futuros en el mercado de Chicago. La falta de demanda de productos pecuarios y la caída del petróleo generan una menor demanda de granos para alimento de ganado y producción de etanol, lo que ha generado una disminución sensible en el valor de los futuros. En el caso de México, el incremento en el tipo de cambio ha logrado contra-restar la baja del precio de granos que mantendrá el ingreso de los productores y dada la estructura del mercado (deficitarios en la producción de granos básicos) no se vaticinan problemas de comercialización sobre la cosecha del Otoño- Invierno. Lo que si se prevé, es que el impacto del tipo de cambio en la producción de granos para el ciclo Primavera- Verano tenderá a incrementar el costo de los insumos, como semillas y otros indexados en dólares que afectarán la rentabilidad de dichos cultivos y ejercerán presión a las finanzas públicas por las compensaciones de los programas gubernamentales.

En la siguiente tabla podemos observar el comportamiento de algunos productos:

La tabla anterior tiene un comportamiento mixto en el cual, se puede observar que los precios de frutas y hortalizas se han mantenido estables, lo que lleva a pensar que no existe todavía un punto de saturación de producto; sin embargo, en los cárnicos, si se observa una caída en los precios lo cual se debe a una menor demanda, aunque el huevo en granja, que es una alternativa a otras proteínas, presenta un incremento acelerado. Asimismo, otro producto que ha presentado un incremento acelerado en las últimas semanas es el frijol negro San Luis debido a una cosecha escasa y a la alta demanda.

El sector agroalimentario de México podría tener una mayor resistencia a las demás ramas de la economía debido a la demanda inelástica de los productos o en palabras terrenales “todos necesitamos comer”. La mejor política anti-cíclica que el Gobierno Federal podría implementar, es un ingreso mínimo para las personas vulnerables o que se quedan sin empleo, con esto se garantizaría que la canasta básica se asequible para los hogares.

Una segunda política, que ya fue iniciada por los bancos, es la de brindar facilidades para reestructurar créditos o bien diferimiento de los pagos por tres a cuatro meses. La segunda medida, sin duda, será de gran ayuda para los proveedores de insumos como maquinaría, sistemas de irrigación, construcción, entre otros, que se verán afectados por la decisión de los agro empresarios en diferir sus planes de inversión.

Una tercera medida, encaminada a mantener la liquidez de las empresas es la devolución del Impuesto Sobre la Renta e Impuesto al Valor Agregado. Entre más rápido les sean devueltos dichos impuestos, se podrá observar una mejor posición financiera y serán más resistentes ante la crisis.

La última medida que propondríamos sería el fortalecimiento del SENASICA, ya que es necesario contar con inspectores y medidas fitozoosanitarias que garanticen la innocuidad de los alimentos. Es un tema de seguridad nacional y no debe de ser negociable. Asimismo, al fortalecer las capacidades de dicho organismo, se podrían acelerar protocolos sanitarios con otros países (como China) para colocar algunos excedentes cárnicos y otras frutas y verduras.

Fuente- Grupo Consultor de Mercados Agrícolas

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