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Soy del Maíz: al rescate del grano nativo

Para María del Carmen Montes, el aroma y el sabor del maíz se lleva en el alma; por eso, cualquier actividad relacionada con ese tema la aprovecha para conocer la diversidad en variedades y la utilización del mismo.

“Es inimaginable la variedad que existe del maíz, pero aún más la utilización que se le da no solo como alimento, por eso estamos aquí, porque se conjugan dos temas que me apasionan, el maíz y el arte”, comenta.

Y es que ella, junto con su hija, son partícipes de una actividad poco común: hacer tortillas de colores en el taller “Soy del Maíz”, organizado por la Casa de la Cultura de Tlacolula.

A María del Carmen le entusiasma saber que Noticias se ocupa de difundir el interés ciudadano por culturizarse, y darle un valor agregado a las tradiciones y a lo que se produce en la entidad.

“Me da gusto que haya interés en esto, las redes sociales se han convertido en un medio que genera más encono que unidad; en Oaxaca necesitamos conocer cosas como el que las y los niños, los jóvenes y adultos, atendamos también estas convocatorias; qué bueno que Noticias lo haga”, dijo.

Revalorar el maíz

El proyecto “Soy del Maíz”, busca revalorar el maíz nativo e inculcar, sobre todo en los pequeños, los beneficios de este cereal que procede de diversas regiones; ello, por el riesgo de su desaparición por la entrada de maíz transgénico al país.

Así lo explica Guillermo Rito, responsable del taller, quien explicó que justo es en las Cuevas de Yagul y Mitla, específicamente en la Cueva de Guilá Naquitz,  donde se hallaron los vestigios más antiguos de la domesticación del teocintle, considerado el ancestro del maíz que actualmente se conoce.

“La mayoría de los productos que consumimos contienen maíz o componentes del mismo, desde la pasta dental hasta algunas bebidas alcohólicas; conocer sus antecedentes y su manera de conservarlos, es importante para que las nuevas generaciones tengan la oportunidad de utilizar un producto de calidad y sin contaminantes, de esa manera quizá se evite el cultivo de maíces modificados genéticamente”, dijo Rito.

Tortillas de amor y colores

La pequeña Luz tiene 6 años y sus expresivos ojos muestran su interés en el ejercicio que le da la oportunidad de moldear con la masa de colores naturales que le proporcionaron, las figuras que su imaginación creaba.

“Yo quiero hacer tortillas de amor y colores; de amor porque mi abuelita dice que las señoras que hacen las que comemos, sufren mucho para elaborarlas, se cansan mucho, se queman sus manos y caminan hasta la casa para llevarlas; quiero hacer una tortilla de amor para cada una y así premiarlas”, manifestó la niña.

Miguel Ángel, en cambio, descubrió su gusto por la cocina; a su corta edad, sentir la masa de colores en sus manos despertó su vocación.

“Mira cómo hago mi tortilla; pero creo que puedo ponerle otro alimento, el maestro nos dijo que hay muchas cosas que se pueden hacer y yo quiero de grande hacer comida y experimentos con maíz, voy a poner un restaurante porque me gusta cocinar”, dijo.

En riesgo, maíz nativo

Los maíces de colores que se promueven en este ejercicio, son proporcionados por el banco de germoplasma de la Universidad Autónoma de Chapingo, donde después de años de estudios encontraron cómo conservar el maíz nativo para evitar su contaminación con los transgénicos, lo que puede ocurrir en los campos de cultivo tan solo con  la polinización natural, explicó el tallerista Guillermo Rito.

Apuntó que según estudios realizados por diferentes investigadores, la presencia del maíz transgénico pone en riesgo la permanencia de los maíces nativos que durante milenios se han adaptado a los diversos suelos, climas y humedades.

“Un maíz híbrido pierde sus características de una cosecha a otra, se debilita y necesita de nuevo material que proviene de los maíces nativos; pero en ese proceso contamina los suelos, las diferentes clases de maíz y rompe la cadena genética de los maíces, por eso el interés de las autoridades y mío por promover la conservación en las nuevas generaciones”, expuso.

Un problema más, es el riesgo que corre el cereal en México por la alta contaminación que producen sustancias no alimenticias y tóxicas como plásticos, solventes, proteínas de uso terapéutico, antidepresivos, entre otros, indicó.

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