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El fascinante ajolote 100% mexicano

En México existen más de 14.000 especies endémicas de flora y fauna, pero pocas son tan famosas y apreciadas como el ajolote mexicano, la palabra ajolote proviene del náhuatl Xólotl, que era el nombre del dios azteca de la muerte, la resurrección y el juego.

Esta especie vivía en todo el complejo sistema lagunar que existía en el Valle de México a principios del siglo XVI, el cual abarcaba el lago de Texcoco, el lago de Xochimilco, el lago de Chalco y sus conexiones con el lago de Zumpango y el lago de Xaltocán; actualmente, en vida libre sólo se puede llegar a encontrar en el sistema de canales de Xochimilco en la Ciudad de México.

El ajolote mexicano es un anfibio que posee una gran cantidad de cualidades y características biológicas que han sido objeto de decenas de estudios científicos a nivel mundial, una de las peculiaridades de los ajolotes son los tres pares de branquias externas y ramificadas que salen hacia atrás de la base de la cabeza.

Entre las cualidades del ajolote destaca su habilidad de regeneración, desde sus patas y cola hasta parte de sus órganos vitales como el corazón y el cerebro; la maravilla del ajolote es la parte de los procesos bioquímicos y moleculares involucrados en sus mecanismos de regeneración; estos son modelos excepcionales que ofrecen muchas pistas y herramientas para ser aplicados en humanos.

También es muy resistente a trasplantes y modificaciones en su cuerpo, tiene un alto nivel de supervivencia, existe un experimento donde partieron a dos ajolotes, uno negro y otro albino, a la mitad por la parte lateral y por medio de una cirugía los pegaron. El proceso de cicatrización fue fantástico y el organismo sobrevivió.

Los ajolotes a diferencia de la mayoría de los anfibios, conserva sus características de larva o de bebé, como sus branquias y aletas durante toda su vida; fenómeno que se conoce como neotenia; pero cuando son sometidos a estrés como contaminación o cambios bruscos de temperatura pueden perder sus características de jóvenes y adoptar otras parecidas a las de las salamandras para sobrevivir en esos ambientes y fuera del agua.

Los embriones de los ajolotes también son ideales para investigaciones médicas y biológicas porque al nacer son transparentes y al colocarlos bajo el microscopio se puede ver su desarrollo, la reproducción celular, la formación de la médula, entre otras; ideales para hacer modificaciones a nivel genético.

Los cuernos del ajolote no son decorativos, en realidad son branquias por las que respira; proceso que también realiza a través de la boca, la piel y los pulmones. La capacidad de estas cuatro rutas de respiración es maravillosa y hacen del ajolote un monstruo evolutivo.

Desafortunadamente, por esas mismas cuatro rutas también entran contaminantes. Eso hace al ajolote y a los anfibios en general sumamente sensibles a la presencia de contaminantes, es uno de los factores de la extinción de algunas especies de anfibios y la disminución de la población.

El factor contaminante, aunado a la urbanización, han hecho prácticamente imposible encontrar uno en su hábitat natural, por lo que se considera una especie en peligro de extinción por el Gobierno mexicano, quien estima que existen sólo entre 700 y 1.200 especímenes, por lo que actualmente está protegido bajo normas ambientales nacionales; sólo se otorgan permisos para tener ajolotes por propósitos de investigación, de difusión cultural y educativa.

Fuente: Biodiversidad, Verne, México Desconocido

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