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Los desafíos de la agricultura orgánica

La regulación de la ( Ley 10.831 ) organica fue ampliamente discutido por la sociedad civil, el sector privado y los organismos públicos.

Fue un gran divisor de aguas para el sector. Ganó al Consumidor, que desde entonces puede identificar con más claridad y transparencia los productos que se comercializan. Ganaron tambiénlos productores y empresas que actúan en el sector, pues la medida dio garantía de credibilidad a los que siguen las buenas prácticas del segmento. Ganó el país, porque el sector contribuirá a bajar un poco la triste estadística de mayor consumidor de agrotóxicos en el mundo. Por último, gana el mundo, pues Brasil tiene la misma preocupación de otros países en expandir el agronegocio con productos más saludables y con cada cez menos impacto al medio ambiente.

 En el caso de los agrotóxicos:

Varios países divulgaron listas de productos prohibidos y otros han señalado al mercado un proceso de adaptación, con listas de productos que deben tener su uso prohibido a lo largo de los próximos años. Francia, por ejemplo, prohibirá el herbicida glifosato hasta 2022.

Otros países, como Estados Unidos, China, Canadá y algunos países europeos ya han prohibido de vez el herbicida mientras buscan otras formas de disminuir la dependencia en productos que afectan al medio ambiente y la salud de los consumidores. Ya aquí en Brasil, tuvimos el movimiento contrario, con la extensión de su uso para otros cinco años.

Somos bastante dependientes del agronegocio. Somos el principal mercado exportador de granos, carnes y commodities en general, pero todavía tenemos poca información sobre el sector de los orgánicos.

Aunque la reglamentación fue aprobada en 2003, continuamos con incentivos insuficientes a las investigaciones y apoyo técnico en el campo.

Hemos ocupado desordenadamente áreas agropastoris, no preservamos nuestros biomas, y eso ha contribuido al agravamiento de los fenómenos climáticos que experimentamos en Brasil y en el mundo.

No tenemos todavía un registro con informaciones cuantitativas suficientes para evaluar cuán representativo el sector de los orgánicos es en el país. Sin eso, no podemos pensar en un plan estratégico, con acciones a largo plazo. No tenemos todavía condiciones de afirmar cuál es el área efectiva destinada a la agricultura orgánica.

Un intento fue el Censo Agropecuario:

Que debería haber sido realizado en 2016, pero aún no ha ocurrido. Todo lo que tenemos son estimaciones del MAPA, que habla en cerca de 17 mil unidades productivas en el país, pero no existen datos sobre la cantidad de productos que estas unidades producen. Por lo tanto, no existe forma concreta de evaluar cuánto crece ese sector al año.

Hay estimaciones de que el mercado de los orgánicos representa poco más de un millón de hectáreas, pero ni este valor es exacto, pues es el mismo desde 2011 y está subdimensionado, pues nuestro país es orgánico por naturaleza y no se consideran en la cuenta las extensas áreas de extractivismo.

Se cuenta sólo el área de agricultura cultivada o procesamiento local.

Los levantamientos:

En años anteriores realizados por el Organismo apuntaban que, si consideramos sólo las áreas extractivas de los biomas Cerrado y Amazonia, de acuerdo con los criterios de área certificada por auditoría, tendríamos al menos más de cinco millones de hectáreas.

Brasil es el principal proveedor de castañas y de diversas frutas de biomas de la mata atlántica y de la Amazonia. Productos, como el açaí y el guaraná, son certificados como orgánicos y presentan crecimiento anual de producción,certificación y exportación a los principales mercados mundiales. Brasil también es el mayor exportador de azúcar orgánico.

Pasados ​​casi 500 años, todavía no podemos librarnos del estigma de Productor de materia prima, al menos en el caso del segmento de productos orgánicos.

Todos los principales mercados de países, como Estados Unidos, Europa, Canadá y Asia, prospectan insumos en Brasil, invierten en la cadena productiva y en la expansión para tener volúmenes de mercado, certifican de acuerdo con sus estándares y llevan a sus mercados los productos básicos y de bajo valor agregado. Con ello, acaban desarrollando tecnología, innovación y agregando valores en sus mercados.

Sólo para comparar y tener el tamaño de lo que tratamos, según el Instituto FIBL y la IFOAM, actualmente, hay más de 180 países con producción orgánica, y poco menos de la mitad (89 países), con reglamentación propia. Gran parte de estos 89 países con reglamentación propia ya tienen un Acuerdo de Equivalencia, lo que permite que productos que se producen en sus países puedan ser comercializados en otros países, sin que haya barreras técnicas impeditivas a los pequeños productores. Principalmente, sin la necesidad onerosa de rectificar el producto cuando de su venta en el mercado objetivo. Este acuerdo tuvo el propósito principal de facilitar la expansión del pequeño productor en los mercados de origen como forma de dinamizar y expandir su producción.

En el caso de Brasil, como el análisis, somos prácticamente el único país de la era del G20 (Grupo de 20 países

industrializados que tiene el propósito de discutir cuestiones claves en el desarrollo económico) que no tiene acuerdo de equivalencia en vigencia con cualquier mercado.

Esta posición fuerza para que sigamos dando más oportunidades sólo a los productores de materia prima, ya que cualquier producto de mayor valor agregado implicaría un proceso de regularización en el mercado comprador, haciendo todo lo más oneroso y burocrático para quien está vendiendo. Así, seguimos con pocos productores o empresas de tamaño global suministrando materias primas al mercado global.

Abrir fronteras, expandir el consumo de sus productos a grandes mercados, mantener sus calidades y sus valores, introducir su cultura y su historia son características que el consumidor actual exige y busca. El consumidor quiere tener la experiencia sensorial del producto y su cadena. El Brasil del azúcar orgánico es enaltecido y reconocido, pero desafortunadamente la historia sigue siendo contada por los mercados de fuera y esperamos algún día estar en la ventana para contarnos nosotros mismos.

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