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La acuicultura ecológica clave en el negocio ictícola

El consumo de pescado supera los 20 kilos anuales por habitante a nivel global, pero preocupa el impacto ambiental de las piscifactorias. Cuáles son las alternativas.

Ante la demanda creciente de pescado en el mundo, investigadores científicos intentan hacer progresar la acuicultura ecológica, con el objetivo de reducir el impacto negativo para el medio ambiente del cultivo en masa de peces.

«Produciremos más pescado, pero para poder hacerlo, es necesario la acuicultura tenga un menor impacto para el medio ambiente», explicó Lionel Dabbadie, investigador en acuicultura en el CIRAD (Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo), en declaraciones a la agencia AFP.

Este grupo de investigación organizó este sábado en Montpellier, sur de Francia, el congreso internacional Aqua 2018, dedicado a estas cuestiones. Este congreso, que se celebra una vez cada seis años y que recibe el apoyo de los grandes grupos industriales del sector de la acuicultura, reúne a unos 2.500 participantes de más de 60 países.

«El impacto sobre el medio ambiente (provocado por la acuicultura) tiene consecuencias para la misma acuicultura, hay cada vez más problemas de mortalidad entre los peces, además del riesgo de enfermedades», reconoció Dabbadie.

La acuicultura ya representa la mitad del pescado consumido en el mundo. Esta tendencia al alza se vio confirmada con el último informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en el que la acuicultura representaba más del 53% de la producción de pescado en el mundo, con 171 millones de toneladas producidas en 2016.

Según la FAO, el consumo anual de pescado por habitante en el planeta se situó en 20,5 kilos en 2017, mientras que en 1961 era sólo de 9 kilos. Para satisfacer esta demanda suplementaria, «la pesca no puede hacerlo, porque es limitada», explica Dabbadie.

«Incluso impulsando la pesca sostenible, podremos mantener las existencias actuales de peces, pero estas no aumentarán, así que resulta básico que este incremento lo sufrague la piscicultura», añade.

Hay dos modelos de acuicultura sostenible. Por un lado, «los sistemas tradicionales de agroecología», como la piscicultura en campos de arroz. Una práctica extendida en Asia y que existe desde hace más de un siglo en Madagascar.

«Este tipo de piscicultura consiste en cultivar especies de peces en campos de arroz. Por ejemplo, las carpas, que escarban en el fondo del agua y esto libera nuevas sales nutritivas, lo que favorecerá el crecimiento de los arrozales», explica Dabbadie.

 

Otra forma de acuicultura ecológica es desarrollar las piscifactorías convencionales para hacerlas más sostenibles. Por ejemplo, algunas granjas de salmones noruegos también introdujeron lumpos, unos peces de pequeñas dimensiones que se alimentan con piojos de mar y que proliferan encima de las escamas de otros peces. La presencia de lumpos sirve como alternativa a los productos fitosanitarios.

La acuicultura sostenible también puede desarrollarse en huertos y cultivos urbanos, en los que los excrementos de peces pueden servir como abono, sobre todo en producciones agrícolas en grandes ciudades asiáticas.

Las conclusiones de los debates en el Aqua 2018 serán resumidas en un libro, en el que se detallarán las buenas prácticas para impulsar una acuicultura sostenible, según Dabbadie.

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