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La omnipresencia del nopal

Por increíble que parezca, el nopal está en todas partes al mismo tiempo.  Se asocia con la fundación de la Gran Tenochtitlán, lo tenemos en nuestro escudo nacional, en la bandera tricolor, en nuestras monedas, en las artesanías, en el campo, en la medicina prehispánica y actual,  como emblema de México y lo vemos “hasta en la sopa”, porque forma parte de nuestra cocina.

De acuerdo a un artículo de Semarnat, el registro más antiguo del nopal data de hace 20 mil años aproximadamente, cuando llegaron los primeros pobladores a la cuenca de México; vivían como nómadas cazadores y recolectaban alimentos como el cactos, entre otros.

Se dice que hace 9 mil años se domesticó el nopal, junto con el maguey, el maíz y el frijol, y que fue un alimento básico para los chichimecas. Entonces lo llamaron nahoalli (voz náhuatl que quiere decir árbol que lleva tunas), y con la llegada de los españoles cambió a nopal.

Este vegetal se originó en el continente americano y se distribuye naturalmente desde el sur de Canadá hasta la Patagonia, en Argentina.  Se habla de 1,400 especies, de las cuales  670 viven en México, y de éstas, 508 son endémicas. Por ello nuestro país se considera el centro de mayor diversidad de cactos del continente, pero al mismo tiempo es centro de la diversidad de nopales.

No hay duda de que el nopal está en todas partes, porque a diferencia de otros vegetales, está presente hasta en tierras áridas y lejanas.

 

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