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Trigo, arroz y tomate concentran más plaguicidas

Según datos de la Dirección General de Epidemiología (DGE), en 2016 se reportaron cerca de 4 mil casos de intoxicaciones por plaguicidas debido a que alimentos como  el trigo, el arroz, el tomate, la manzana, la patata y la lechuga han sido los alimentos con más altos índices de toxicidad; siendo la población infantil la más vulnerable.

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México informó que un estudio sobre la presencia de plaguicidas organoclorados en ecosistemas mexicanos reportó que los plaguicidas tienen la capacidad de acumularse en los tejidos de los organismos, la cual puede ser hasta de veinte años, pero pasa a diferentes eslabones de la cadena alimenticia, esto en un fenómeno conocido como biomagnificación.

Incluso señalan que existen datos científicos de acumulación en organismos donde nunca han sido aplicados plaguicidas en sus ambientes, esto se debe a su rápida distribución y acumulación en la biósfera.

La investigadora Guadalupe Ponce, técnica académica del Laboratorio de Contaminación Marina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una de las entidades encargadas de la investigación, advirtió que si bien el mayor riesgo está en la exposición directa, la facilidad de propagación y bioacumulación hace que consumir alimentos expuestos a estos químicos eleven su concentración en las poblaciones humanas.

Aseguró que en México se comercializa un estimado de cien mil toneladas de estos compuestos químicos para mantener a los insectos lejos de los cultivos, lo que equivale al 4 % del consumo mundial.

De acuerdo con la científica, los estados de Campeche, Chiapas, Estado de México, Morelos, Nayarit, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán son los que más plaguicidas usan en el país.

Señaló que durante décadas han visto la acumulación de restos de plaguicidas en diferentes ecosistemas de las zonas que monitorean, como los ecosistemas costeros del Pacífico Norte, Golfo de México y Pacífico Sur, sus concentraciones en las poblaciones humanas y el impacto ambiental y a la salud humana que esto conlleva.

Especificó que los mayores registros de organoclorados en suelo vienen de comunidades de Chiapas, donde se utilizó dicloro difenil tricloroetano (DDT) para el control de la malaria de 1957 al 2000.

Los valores de este químico encontrados en suelos de las comunidades rurales de Chiapas representan una preocupación, pues están hasta 8 mil veces por encima de lo estipulado para suelos agrícolas del resto de México, lo que implica monitorear y tomar medidas eficientes que protejan a las comunidades.

La experta agregó que además de los niños, las personas adultas en Chiapas también presentaban alteraciones físicas en la piel y, en algunos casos, vómito y dolores de cabeza, manifestaciones que se relacionan con la exposición directa o bien con el consumo de alimentos contaminados.

Consideró que algo muy importante es estar informados, que la sociedad sepa en términos claros, qué tipo de sustancias hay en los alimentos y en el ambiente para que, en función a esto, las acciones gubernamentales vayan encaminadas a esta eliminación progresiva.

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